miércoles, 3 de abril de 2013

El libro infantil: potencialidades de siempre y nuevos soportes para nuevos tiempos

Desde este espacio queremos hacer hincapié sobre el poder transformador de la lectura, especialmente cuando la formación del hábito lector se inicia en edades tempranas. Asimismo, en el rol fundamental que desempeñan los libros de Literatura Infantil (LI),
los cuáles, siempre que estén bien planteados, favorecen el desarrollo integral de los niños en distintos planos: educacional, psicológico, comunicacional, entre otros.

    Ruiz (2000) señala que:
“…la Literatura Infantil incide, indudablemente, sobre la identidad y la autonomía personal, sobre el conocimiento del medio físico y social y sobre el uso adecuado de los sistemas de comunicación y representación” (p.8).
Se ha demostrado que los textos populares, que hoy en día forman parte del patrimonio literario infantil contribuyen en la formación de la personalidad del niño y lo ayudan a generar una idea ordenada del mundo y del ámbito cultural. Bettelheim citado por el mismo Ruiz (2000) destaca el contenido psicológico de los cuentos maravillosos dado que “la forma y estructura de los cuentos de hadas sugieren al niño imágenes que le servirán para estructurar sus propios ensueños y canalizar mejor su vida”.
Asimismo la LI respalda la construcción del medio físico y social del menor pues le aporta informaciones como datos referentes a la cultura propia en que éste se desenvuelve. El componente plástico, imprescindiblemente vinculado a la LI y que se manifiesta en la ilustración de libros para niños, les permite desarrollar la expresión plástica a través del conocimiento del lenguaje de la imagen. Otra de sus ventajas es que coadyuva en el desarrollo de la expresión musical, la expresión corporal y el uso y conocimiento de la lengua a través de distintas referencias (adivinanzas, trabalenguas, refranes, etc.). Como se observa son múltiples las potencialidades de la literatura infantil, puesto que no sólo entretiene sino que forma e informa a los más pequeños.
Por otro lado, la incorporación de nuevas formas de mercadeo editorial (por ejemplo a través de las redes sociales) y de nuevos soportes de lectura, como los libros electrónicos, no son ajenos a la LI; no obstante, especialmente en nuestra región existen barreras para el desarrollo del libro infantil electrónico por lo que la mayoría de niños no tiene acceso a este tipo de dispositivos: los precios (aún un lujo para muchos hogares y escuelas públicas), la piratería, la incompatibilidad de formatos, entre otros aspectos.

 
En Latinoamérica el auge en la producción de libros para niños, así como la puesta en marcha de distintas iniciativas (seminarios, congresos, concursos y premiaciones, ferias y otras actividades y programas nacionales e internacionales) por parte de asociaciones civiles e instituciones públicas y privadas en torno a la LI y la lectura en las primeras etapas de los niños, demuestran el interés que este campo genera.
Respecto a la LI en el Perú, sí hay un rasgo que la caracteriza es el marco dinámico en el cual se desenvuelve. Cada vez son más las editoriales que participan en esta categoría asimismo los diarios más importantes de la capital vienen estableciendo alianzas estratégicas con las editoriales para difundir estos textos literarios; las ferias y otras actividades ganan más espacios e incluso hay más autores que se animan a escribir para niños.
Thieroldt (2012), destaca a la escuela como uno de los agentes fundamentales para el desarrollo de la literatura no sólo infantil sino juvenil:
“… si hay un agente que dictamina la orientación que deben tener las actividades alrededor de los libros para niños y, en menor medida, también para jóvenes, ese agente es la escuela. Es desde ese espacio desde donde se configura, verdaderamente, el trato que se le da a la LIJ en el Perú.” (p.195).
El hábito lector es estimulado, a través de la activación de habilidades interpretativas y la utilización de tiempos, espacios y personajes extraordinarios, por ello la importancia de contar con una buena biblioteca escolar y de aula que disponga de recursos en sus múltiples colores, texturas, soportes y formatos, y que lleve a cabo actividades diseñadas para la formación adecuada del hábito lector, donde se divida las etapas lectoras no por la edad sino por la madurez lectora. En este contexto el rol del bibliotecario escolar debe ser más activo y realizar el fomento de la lectura con el apoyo coordinado y continuo del profesorado.
“Los niños, en sus primeros años, escuchan literatura, los niños ven literatura y, cuando son capaces de leer, leen literatura.” (Ruíz, p.32).
Por último se debe indicar que la literatura (y el libro) siempre se abre paso y, frente a los nuevos tiempos sigue demostrando sus potencialidades y conviviendo con los pequeños lectores de hoy y los distintos tipos de soportes de lectura.

Fuentes consultadas:
  

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